domingo, 23 de septiembre de 2012

Roberto Di Sandro: "Evita era el motorcito de Perón"

Por Leila Ramella


Era una noche de 1948 cuando Juan Perón invitó a un grupito de periodistas a dirigirse al Honorable Consejo Deliberante. Cruzaron la Plaza de Mayo detrás del General hasta llegar al actual Palacio de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, que en ese entonces albergó a la Fundación Eva Perón. Estuvieron ahí un par de horas, era casi la una de la mañana. ‘Negrita, vamos a casa’, dijo el Presidente. ‘No Juan, no. Tengo que atender a mucha gente’, respondió Evita. Había muchísimas personas esperándola para pedirle cosas, y ella estaba firme en su posición de no irse hasta recibirlos. ‘Decile al cocinero que deje las milanesas en la heladera, que me gustan frías’, fue lo único que le dijo, pese a que los pedidos de su esposo para que regrese a su casa siguieron.

“Trabaja, trabajaba. Cuando venía acá tenía dos despachos, uno  que daba a la Plaza de Mayo, donde habló Perón, y otro al lado de el del General. Meta laburar estaba, nunca vi una cosa igual. Algunos se quieren parecer, ni en los zapatos se parecen. Había cualquier cantidad de gente que le pedía de todo. Evita no daba regalos, daba trabajo: la máquina de coser, por ejemplo; y además le daba la sidra, el pan dulce y todo lo demás. Pero fundamentalmente el peronismo de Perón y Evita le daba trabajo a la gente”. El dueño de ese relato y protagonista privilegiado de ese momento es el periodista Roberto Di Sandro, que en octubre de este año va a cumplir 65 años de trabajo ininterrumpido como acreditado en la Casa de Gobierno. “Venía de la agencia Télam, tendría quince años. Era una agencia oficial que dependía de control de Estado, es decir, de la secretaría de investigaciones. Estaba en la calle Esmeralda 433, ahí hice mis primeros pasos como periodista, muy jovencito. Entré como aspirante a reportero. Al año de haber aprendido algunas cosas, (nunca se aprende todo) me mandaron a Casa de Gobierno. Entré como un benjamín acá, me instalé el 29 de octubre de 1947 hasta el día de hoy, sin paréntesis.”

Roberto Di Sandro es una persona amable y querida. “¡Venís a entrevistar a el gran Di Sandro!”, dijo un policía encargado de custodiar la entrada de la Casa Rosada. Y no fue el único que demostró cariño y admiración por él. Durante la conversación, las personas que pasaban hacia la recepción lo saludaban, un hombre escucho algunos de sus relatos, y el celular hacía sonar seguido la Marcha Peronista que tiene como tono de llamada. No solamente ese ringtone lo describe, sino también un símbolo peronista que lleva prendido en el saco, que le regaló y le puso el mismo Juan Perón. Está profundamente identificado con el peronismo desde muy pequeño, cuando con catorce años recién cumplidos y gracias a su padre que era fotógrafo del General, pudo saludar al entonces flamante presidente. “Yo ya sentía adentro y había mamado los primeros pasos del peronismo, que había comenzado en el ‘43, ‘44. Para mi fue la satisfacción más grande, no sólo como periodista, sino como ciudadano común y joven además.”

Eran las diez de la mañana cuando Roberto Di Sandro junto a algunos periodistas, estaban en la sala de prensa leyendo diarios y trabajando. Él estaba de espaldas a la puerta, cuando la golpearon y entraron dos figuras altas. Uno de sus colegas que estaba frente suyo los recibió con un buen día, y cuando se dio cuenta quienes eran las personas que tenía enfrente pegó un salto. Se trataba de Juan Domingo Perón y Carlos Aloé, Secretario Administrativo de la Presidencia, que estaban recorriendo la Casa de Gobierno para hacer un itinerario con las cosas que faltaban en cada oficina. “Un periodista de El Cronista Comercial le dijo: ‘necesitamos cinta de máquina’. Mandó todo después. Pero se quedó y se hizo la primera conferencia de prensa. Le preguntamos de todo y era un exquisito, estaba adelantado, conocía todos los temas. Uno lo miraba y decía, no puede ser, conocía todos los temas con contenido. Vos vas a decir, ¡que fanático este! Estaba adelantado 50 años. En 1946 Perón dijo: ‘en el año 2000 nos verán unidos o dominados’. Y dio en la tecla”, recuerda Di Sandro al primer encuentro como periodista que tuvo con Perón.

“Es el más grande presidente que tuvo la Argentina, el más grande estadista que tuvo el país. En el siglo XX y en este siglo, no lo han podido emular. Según una encuesta realizada en Estados Unidos, fue uno de los cinco grandes estadistas que tuvo el mundo entre los cuales estaban (Winston) Churchill, (Theodore) Roosevelt, (Charles) de Gaulle.” Di Sandro no escatima en elogios hacia Perón, pero tampoco en justificaciones para sus respuestas. “A veces se equivocaba en algunas cosas, errar es humano, pero en la mayoría, en el 90% tenía una claridad y un carisma impresionante.” Le respondí diciéndole que generalmente cuando se equivocan es también porque algo están haciendo. “Claro, por supuesto”, me respondió, “pero este hacía todas las cosas bien parece. Hizo 120.000 obras en los primeros 4 o 5 años.”

Las anécdotas con Perón aparecen en cada tramo de la entrevista. Recuerda desde cuando él trabajaba en Canal 11 y el General lo tomaba de un brazo y a Osvaldo Piñero, en ese entonces periodista en Canal 13, que falleció hace poco, del otro brazo, y salían a dar vueltas al Patio de las Palmeras. “Y entonces un día, Piñero le preguntó: ‘¿Por qué sale?’  ‘No puedo respirar, decía, acá hay un clima húmedo y me hace mal’, con la forma en que hablaba el, ‘el clima húmedo me hace mal, en cambio acá puedo respirar un poco por eso vengo a caminar un rato por acá’”, dijo imitando la voz de Perón” Y contaba cosas, como por ejemplo cuando dijo en una de las tantas caminatas: ‘me trajeron un decreto por el cual tengo que reestructurar la administración pública. Y vi también reestructuración del personal y me dio un olfato medio extraño. Es que la reestructuración del personal es echar gente, por lo tanto vamos a sacar ese ítem, lo sacamos’. Y le preguntamos cuál era el motivo. ‘Porque si usted echa gente, la deja en la calle y pasa un mes, pasan dos meses, pasa un año y no consigue trabajo, ¿que ocurre?, (no es esta gestión de nosotros en la que siempre trabajo, pero a veces es difícil conseguirlo) delinque, se convierte en un delincuente’. Tenía razón”, cuenta di Sandro.

Claro que los momentos que recuerda no se limitan sólo a lo político. Un tema que hasta el día de hoy sigue despertando dudas en mucha gente, es de qué club era hincha Perón. Di Sandro es contundente, “Perón era hincha de Boca”, dijo descartando las versiones que dicen que era hincha de Tigre y las que afirman que era de Racing. Los que lo vinculan a este último club lo hacen porque su estadio lleva el nombre de “Presidente Perón”, que se construyó en el primer mandato del General, y los que lo vinculan con Tigre lo hacen porque fue socio honorario de esa institución, ya que ahí practicaba esgrima y hacía exhibiciones. “Perón era hincha de Boca. Yo me acuerdo que le hice un reportaje una vez y le pregunté. ‘Yo soy de Boca’, me dijo. Recibió a los jugadores de Boca en aquella época, en la década del  40 y del 50, a (Mario) Boyé, (Eliseo) Mouriño, (Natalio Agustín) Pescia, (Elio Rubén) Montaño. Lo venían a ver acá, reservadamente. Y entonces le enseñaba como tenían que hacer los contratos con el club.

Y hay otra anécdota, donde también puso en evidencia que era hincha de Boca. Lo invitó a Milton Eisenhower en 1953 a ir a la cancha de River. Milton Eisenhower era el hermano de (Dwight David) “Ike” Eisenhower, presidente de los Estados Unidos, que había venido acá para “La California Argentina”, a firmar un contrato petrolero que después no se logró. Y lo llevó a ver Boca – River. Boca, que perdía 2 a 1 faltando 5 minutos, hizo dos goles y ganó 3 a 2. En el tercer gol de Boca pegó un salto impresionante, y el otro lo miraba de reojo. De cualquier otra manera, el tema es el siguiente: Perón recibía el apoyo de todas las hinchadas”, afirmó Di Sandro, que es un reconocido hincha del club xeneize al igual que el tres veces presidente de Argentina.

“Perón y Evita se amaban mutuamente, había amor, cariño, afecto, estaban enamorados. Perón estaba enamorado de ella, y ella estaba enamorada de Perón”. Así como es imposible hablar con Di Sandro sin sentir aunque sea por un momento su fervor peronista, también lo es hablar de Perón sin Evita. Es la complementación perfecta de dos mundos totalmente distintos que se unieron por una misma lucha, que trascendió todas las fronteras políticas y geográficas. “Yo a Evita la conocí muy poco, en dos o tres oportunidades. Era el motorcito que tenía Perón, la que iba, peleaba y luchaba. Tanto luchó que se murió pensando en la gente.” Di Sandro es claro a la hora de hablar de esa pareja perfecta, y el rol que ocupaba cada uno. “La injerencia en lo político la tenía Juan Perón. Dijeron muchas barbaridades, que ella intervenía: mentira. Perón tenía suficiente capacidad, era el creativo. ¿Quién dispuso el voto femenino? Perón,  porque ella le decía que quería que las mujeres votaran, entonces él le dijo: ‘hace el proyecto’. Y votaron las mujeres. Era la complementación perfecta. Pero la injerencia en la política la tenía él, ella tenía la injerencia en pelear. En el paro ferroviario ella fue y dijo, casi se pelea: ‘¿Cómo?, Perón les dio de todo a ustedes, ¿y le hacen un paro?’  Y lo levantaron. Era luchadora, sabía lo que decía. Además gritaba y tenia una voz clarita, una piel de terciopelo, era preciosa.” Claro que no solo esos rasgos la distinguían, también había otro muy importante. “El carácter era fuerte, pero a la vez con una bondad impresionante. Era la que decía: ‘bueno, hágalo a esto’. El ministro le decía: ‘pero señora, ustedes esta enferma’, y le pegó un cachetazo a (Oscar) Ivanissevich, que era Ministro de Educación y un gran medico. Tenía problemas Evita, tenía cáncer. Ella quería seguir trabajando hasta el último minuto. Lo adoraba a Perón. No te dejes llevar por algunos que te dicen que era todo ficticio. Se adoraban los dos, yo lo vi.”

Así como vivió de cerca la época de esplendor de Evita, también sintió y vio como se apagaba. “Tenía la fuerza de hablar, de querer vivir. Se murió por la gente, por el pueblo. Que jamás tocaran un negrito o un cabecita negra. Les daba todo. Nunca se vio un matrimonio así” Claro que ya nada fue igual para Perón y para la Argentina. En el ’55 se desató uno de los atentados más trágicos de nuestro país. Di Sandro estuvo cinco horas en la Casa de Gobierno cuando bombardearon la Plaza de Mayo. Al salir se encontró con un panorama totalmente desolador: más de 300 muertos afuera, y catorce granaderos y un civil que perdieron la vida dentro de la Casa Rosada. Al día siguiente Perón dio la orden de que no entraran porque había que sacar sesenta bombas que no habían explotado. “Perón dijo, agarrándose la cabeza: ‘¿pero cómo van a bombardear una ciudad abierta? Para matarme a mí bombardearon la ciudad y hay 400 muertos’. Una cosa inaudita, insólita, increíble e insoportable. Lo viví.”

Claro que en algunas cosas también disentía con el gobierno. No le gustaba, por ejemplo, que no hubiera tanta libertad de prensa, ya la hora de calificar cada gobierno no duda en decir que “el primer gobierno fue espectacular, el segundo gobierno fue bastante bueno, el tercer gobierno no, tuvo problemas.” Tampoco duda en contar uno de los motivos por los cuales ninguno de sus posteriores mandatos logró tener el éxito del primero: la muerte de Evita. “Se le cayó un pedazo de cuerpo. Evita era una especie de talismán, de soporte, aunque el cerebro era de él. Pero era su amor, la apoyaba, la seguía. Quedó golpeado, a veces tenía la mirada ida, recordando a esa mujer, su gran amor. Mira que se caso tres veces este, después de caso con Isabel.”

Sin dudas fue un protagonista privilegiado de una de las mejores épocas que tuvo nuestro país, entrelazada con momentos maravillosos como el 17 de octubre de 1945, cuando el fue parte de esa multitud que fue a recibir al General que volvía después de estar detenido en la isla Martin García, e internado en el Hospital Militar, y años en los que el General llegó a la presidencia para hacer efectiva la revolución justicialista; y con momentos tristes y trágicos, como el bombardeo del ’55 que dio inicio a una dictadura que se encargó sin éxito a largo plazo, pero si durante su tramo al frente del país, de derribar todos los ladrillos que se habían construido con igualdad y justicia social. También entra en esos momentos la pérdida de las dos personas que juntas, acompañaron a los más humildes. “Impresionante, la gente de mi generación, la anterior y yo que vio este tipo de actos de recogimiento por la muerte de alguien, nunca en el mundo vio esto. Nunca vi yo una cosa igual, la gente lloraba en el suelo, se arrodillaba”, dijo en referencia al 26 de julio, día que falleció Eva Perón.

“Juan Perón murió a las diez y veinte de la mañana, no a la una y media como lo anunció después Isabel. Se le paró el corazón a las diez y media de la mañana. Lo supimos inmediatamente y me puse a llorar desesperadamente en la sala de periodistas. Y Alfredo Bufano me sacó y me llevó a uno de los pasillos que da al Patio y me dijo: ‘llora aquí tranquilo’. Impresionante, se murió Perón y adentro de la Casa de Gobierno, según un artículo que publicó un colega mío que me hizo una nota, lloraron hasta las paredes.”

Ya habrá tiempo para hablar con el de otros presidentes y momentos históricos, sobre los secretos que guardan los pasillos de esa Casa de Gobierno que ahora luce iluminada por luces rosas, celestes y blancas. Por lo menos así me lo prometió “El Gran Di Sandro”.

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