Por Leila Ramella
Era una noche de 1948 cuando Juan Perón invitó a un grupito de
periodistas a dirigirse al Honorable Consejo Deliberante. Cruzaron la Plaza de
Mayo detrás del General hasta llegar al actual Palacio de la Legislatura de la
Ciudad de Buenos Aires, que en ese entonces albergó a la Fundación Eva Perón.
Estuvieron ahí un par de horas, era casi la una de la mañana. ‘Negrita, vamos a
casa’, dijo el Presidente. ‘No Juan, no. Tengo que atender a mucha gente’, respondió
Evita. Había muchísimas personas esperándola para pedirle cosas, y ella estaba
firme en su posición de no irse hasta recibirlos. ‘Decile al cocinero que deje
las milanesas en la heladera, que me gustan frías’, fue lo único que le dijo,
pese a que los pedidos de su esposo para que regrese a su casa siguieron.
“Trabaja, trabajaba. Cuando venía acá tenía dos despachos, uno que daba a la Plaza de Mayo, donde habló
Perón, y otro al lado de el del General. Meta laburar estaba, nunca vi una cosa
igual. Algunos se quieren parecer, ni en los zapatos se parecen. Había
cualquier cantidad de gente que le pedía de todo. Evita no daba regalos, daba
trabajo: la máquina de coser, por ejemplo; y además le daba la sidra, el pan
dulce y todo lo demás. Pero fundamentalmente el peronismo de Perón y Evita le
daba trabajo a la gente”. El dueño de ese relato y protagonista privilegiado de
ese momento es el periodista Roberto Di Sandro, que en octubre de este año va a
cumplir 65 años de trabajo ininterrumpido como acreditado en la Casa de
Gobierno. “Venía de la agencia Télam, tendría quince años. Era una agencia
oficial que dependía de control de Estado, es decir, de la secretaría de
investigaciones. Estaba en la calle Esmeralda 433, ahí hice mis primeros pasos
como periodista, muy jovencito. Entré como aspirante a reportero. Al año de
haber aprendido algunas cosas, (nunca se aprende todo) me mandaron a Casa de
Gobierno. Entré como un benjamín acá, me instalé el 29 de octubre de 1947 hasta
el día de hoy, sin paréntesis.”
Roberto Di Sandro es una persona amable y querida. “¡Venís a
entrevistar a el gran Di Sandro!”, dijo un policía encargado de custodiar la
entrada de la Casa Rosada. Y no fue el único que demostró cariño y admiración
por él. Durante la conversación, las personas que pasaban hacia la recepción lo
saludaban, un hombre escucho algunos de sus relatos, y el celular hacía sonar
seguido la Marcha Peronista que tiene como tono de llamada. No solamente ese
ringtone lo describe, sino también un símbolo peronista que lleva prendido en
el saco, que le regaló y le puso el mismo Juan Perón. Está profundamente
identificado con el peronismo desde muy pequeño, cuando con catorce años recién
cumplidos y gracias a su padre que era fotógrafo del General, pudo saludar al
entonces flamante presidente. “Yo ya sentía adentro y había mamado los primeros
pasos del peronismo, que había comenzado en el ‘43, ‘44. Para mi fue la
satisfacción más grande, no sólo como periodista, sino como ciudadano común y
joven además.”
Eran las diez de la mañana cuando Roberto Di Sandro junto a algunos
periodistas, estaban en la sala de prensa leyendo diarios y trabajando. Él
estaba de espaldas a la puerta, cuando la golpearon y entraron dos figuras
altas. Uno de sus colegas que estaba frente suyo los recibió con un buen día, y
cuando se dio cuenta quienes eran las personas que tenía enfrente pegó un
salto. Se trataba de Juan Domingo Perón y Carlos Aloé, Secretario
Administrativo de la Presidencia, que estaban recorriendo la Casa de Gobierno
para hacer un itinerario con las cosas que faltaban en cada oficina. “Un
periodista de El Cronista Comercial le dijo: ‘necesitamos cinta de máquina’.
Mandó todo después. Pero se quedó y se hizo la primera conferencia de prensa.
Le preguntamos de todo y era un exquisito, estaba adelantado, conocía todos los
temas. Uno lo miraba y decía, no puede ser, conocía todos los temas con
contenido. Vos vas a decir, ¡que fanático este! Estaba adelantado 50 años. En
1946 Perón dijo: ‘en el año 2000 nos verán unidos o dominados’. Y dio en la tecla”,
recuerda Di Sandro al primer encuentro como periodista que tuvo con Perón.
“Es el más grande presidente que tuvo la Argentina, el más grande
estadista que tuvo el país. En el siglo XX y en este siglo, no lo han podido
emular. Según una encuesta realizada en Estados Unidos, fue uno de los cinco
grandes estadistas que tuvo el mundo entre los cuales estaban (Winston)
Churchill, (Theodore) Roosevelt, (Charles) de Gaulle.” Di Sandro no escatima en
elogios hacia Perón, pero tampoco en justificaciones para sus respuestas. “A
veces se equivocaba en algunas cosas, errar es humano, pero en la mayoría, en
el 90% tenía una claridad y un carisma impresionante.” Le respondí diciéndole
que generalmente cuando se equivocan es también porque algo están haciendo.
“Claro, por supuesto”, me respondió, “pero este hacía todas las cosas bien
parece. Hizo 120.000 obras en los primeros 4 o 5 años.”
Las anécdotas con Perón aparecen en cada tramo de la entrevista. Recuerda
desde cuando él trabajaba en Canal 11 y el General lo tomaba de un brazo y a
Osvaldo Piñero, en ese entonces periodista en Canal 13, que falleció hace poco,
del otro brazo, y salían a dar vueltas al Patio de las Palmeras. “Y entonces un
día, Piñero le preguntó: ‘¿Por qué sale?’ ‘No puedo respirar, decía, acá hay un clima
húmedo y me hace mal’, con la forma en que hablaba el, ‘el clima húmedo me hace
mal, en cambio acá puedo respirar un poco por eso vengo a caminar un rato por
acá’”, dijo imitando la voz de Perón” Y contaba cosas, como por ejemplo cuando
dijo en una de las tantas caminatas: ‘me trajeron un decreto por el cual tengo
que reestructurar la administración pública. Y vi también reestructuración del
personal y me dio un olfato medio extraño. Es que la reestructuración del
personal es echar gente, por lo tanto vamos a sacar ese ítem, lo sacamos’. Y le
preguntamos cuál era el motivo. ‘Porque si usted echa gente, la deja en la
calle y pasa un mes, pasan dos meses, pasa un año y no consigue trabajo, ¿que
ocurre?, (no es esta gestión de nosotros en la que siempre trabajo, pero a
veces es difícil conseguirlo) delinque, se convierte en un delincuente’. Tenía
razón”, cuenta di Sandro.
Claro que los momentos que recuerda no se limitan sólo a lo político.
Un tema que hasta el día de hoy sigue despertando dudas en mucha gente, es de qué
club era hincha Perón. Di Sandro es contundente, “Perón era hincha de Boca”,
dijo descartando las versiones que dicen que era hincha de Tigre y las que
afirman que era de Racing. Los que lo vinculan a este último club lo hacen
porque su estadio lleva el nombre de “Presidente Perón”, que se construyó en el
primer mandato del General, y los que lo vinculan con Tigre lo hacen porque fue
socio honorario de esa institución, ya que ahí practicaba esgrima y hacía exhibiciones.
“Perón era hincha de Boca. Yo me acuerdo que le hice un reportaje una vez y le
pregunté. ‘Yo soy de Boca’, me dijo. Recibió a los jugadores de Boca en aquella
época, en la década del 40 y del 50, a
(Mario) Boyé, (Eliseo) Mouriño, (Natalio Agustín) Pescia, (Elio Rubén) Montaño.
Lo venían a ver acá, reservadamente. Y entonces le enseñaba como tenían que
hacer los contratos con el club.
Y hay otra anécdota, donde también puso en evidencia que era hincha de
Boca. Lo invitó a Milton Eisenhower en 1953 a ir a la cancha de River. Milton Eisenhower
era el hermano de (Dwight David) “Ike” Eisenhower, presidente de los Estados
Unidos, que había venido acá para “La California Argentina”, a firmar un
contrato petrolero que después no se logró. Y lo llevó a ver Boca – River.
Boca, que perdía 2 a 1 faltando 5 minutos, hizo dos goles y ganó 3 a 2. En el
tercer gol de Boca pegó un salto impresionante, y el otro lo miraba de reojo.
De cualquier otra manera, el tema es el siguiente: Perón recibía el apoyo de
todas las hinchadas”, afirmó Di Sandro, que es un reconocido hincha del club xeneize
al igual que el tres veces presidente de Argentina.
“Perón y Evita se amaban mutuamente, había amor, cariño, afecto,
estaban enamorados. Perón estaba enamorado de ella, y ella estaba enamorada de
Perón”. Así como es imposible hablar con Di Sandro sin sentir aunque sea por un
momento su fervor peronista, también lo es hablar de Perón sin Evita. Es la
complementación perfecta de dos mundos totalmente distintos que se unieron por
una misma lucha, que trascendió todas las fronteras políticas y geográficas.
“Yo a Evita la conocí muy poco, en dos o tres oportunidades. Era el motorcito
que tenía Perón, la que iba, peleaba y luchaba. Tanto luchó que se murió
pensando en la gente.” Di Sandro es claro a la hora de hablar de esa pareja
perfecta, y el rol que ocupaba cada uno. “La injerencia en lo político la tenía
Juan Perón. Dijeron muchas barbaridades, que ella intervenía: mentira. Perón
tenía suficiente capacidad, era el creativo. ¿Quién dispuso el voto femenino? Perón, porque ella le decía que quería que las
mujeres votaran, entonces él le dijo: ‘hace el proyecto’. Y votaron las
mujeres. Era la complementación perfecta. Pero la injerencia en la política la
tenía él, ella tenía la injerencia en pelear. En el paro ferroviario ella fue y
dijo, casi se pelea: ‘¿Cómo?, Perón les dio de todo a ustedes, ¿y le hacen un
paro?’ Y lo levantaron. Era luchadora,
sabía lo que decía. Además gritaba y tenia una voz clarita, una piel de
terciopelo, era preciosa.” Claro que no solo esos rasgos la distinguían,
también había otro muy importante. “El carácter era fuerte, pero a la vez con
una bondad impresionante. Era la que decía: ‘bueno, hágalo a esto’. El ministro
le decía: ‘pero señora, ustedes esta enferma’, y le pegó un cachetazo a (Oscar)
Ivanissevich, que era Ministro de Educación y un gran medico. Tenía problemas
Evita, tenía cáncer. Ella quería seguir trabajando hasta el último minuto. Lo
adoraba a Perón. No te dejes llevar por algunos que te dicen que era todo
ficticio. Se adoraban los dos, yo lo vi.”
Así como vivió de cerca la época de esplendor de Evita, también sintió
y vio como se apagaba. “Tenía la fuerza de hablar, de querer vivir. Se murió
por la gente, por el pueblo. Que jamás tocaran un negrito o un cabecita negra.
Les daba todo. Nunca se vio un matrimonio así” Claro que ya nada fue igual para
Perón y para la Argentina. En el ’55 se desató uno de los atentados más
trágicos de nuestro país. Di Sandro estuvo cinco horas en la Casa de Gobierno
cuando bombardearon la Plaza de Mayo. Al salir se encontró con un panorama
totalmente desolador: más de 300 muertos afuera, y catorce granaderos y un
civil que perdieron la vida dentro de la Casa Rosada. Al día siguiente Perón
dio la orden de que no entraran porque había que sacar sesenta bombas que no
habían explotado. “Perón dijo, agarrándose la cabeza: ‘¿pero cómo van a
bombardear una ciudad abierta? Para matarme a mí bombardearon la ciudad y hay
400 muertos’. Una cosa inaudita, insólita, increíble e insoportable. Lo viví.”
Claro que en algunas cosas también disentía con el gobierno. No le
gustaba, por ejemplo, que no hubiera tanta libertad de prensa, ya la hora de
calificar cada gobierno no duda en decir que “el primer gobierno fue
espectacular, el segundo gobierno fue bastante bueno, el tercer gobierno no,
tuvo problemas.” Tampoco duda en contar uno de los motivos por los cuales
ninguno de sus posteriores mandatos logró tener el éxito del primero: la muerte
de Evita. “Se le cayó un pedazo de cuerpo. Evita era una especie de talismán,
de soporte, aunque el cerebro era de él. Pero era su amor, la apoyaba, la
seguía. Quedó golpeado, a veces tenía la mirada ida, recordando a esa mujer, su
gran amor. Mira que se caso tres veces este, después de caso con Isabel.”
Sin dudas fue un protagonista privilegiado de una de las mejores
épocas que tuvo nuestro país, entrelazada con momentos maravillosos como el 17
de octubre de 1945, cuando el fue parte de esa multitud que fue a recibir al
General que volvía después de estar detenido en la isla Martin García, e
internado en el Hospital Militar, y años en los que el General llegó a la
presidencia para hacer efectiva la revolución justicialista; y con momentos
tristes y trágicos, como el bombardeo del ’55 que dio inicio a una dictadura
que se encargó sin éxito a largo plazo, pero si durante su tramo al frente del
país, de derribar todos los ladrillos que se habían construido con igualdad y
justicia social. También entra en esos momentos la pérdida de las dos personas
que juntas, acompañaron a los más humildes. “Impresionante, la gente de mi
generación, la anterior y yo que vio este tipo de actos de recogimiento por la
muerte de alguien, nunca en el mundo vio esto. Nunca vi yo una cosa igual, la
gente lloraba en el suelo, se arrodillaba”, dijo en referencia al 26 de julio, día
que falleció Eva Perón.
“Juan Perón murió a las diez y veinte de la mañana, no a la una y
media como lo anunció después Isabel. Se le paró el corazón a las diez y media
de la mañana. Lo supimos inmediatamente y me puse a llorar desesperadamente en
la sala de periodistas. Y Alfredo Bufano me sacó y me llevó a uno de los
pasillos que da al Patio y me dijo: ‘llora aquí tranquilo’. Impresionante, se
murió Perón y adentro de la Casa de Gobierno, según un artículo que publicó un
colega mío que me hizo una nota, lloraron hasta las paredes.”
Ya habrá tiempo para hablar con el de otros presidentes y momentos
históricos, sobre los secretos que guardan los pasillos de esa Casa de Gobierno
que ahora luce iluminada por luces rosas, celestes y blancas. Por lo menos así
me lo prometió “El Gran Di Sandro”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario